Coria ha tenido una acreditada dedicación histórica a actividades mercantiles ligadas al transporte fluviomarítimo como antepuerto de Sevilla, siendo así desde tiempos remotísimo que se pueden remontar con certeza a los momentos de Tartessos y la presencia fenicia en nuestro territorio a partir del s. VIII a.C. En efecto Sevilla fue cabecera de exportación de los productos proveniente de un vastísimo espacio agrario integrado por todo el Valle del Guadalquivir y sus áreas aledañas.
Evolución Geográfica de la ciudad de Sevilla de acuerdo con los cambios geomorfológicos que fue originando el río Tartessos/Betis/Guadalquivir , esto motivó la importancia como puerto interior de Ispal/Hispalis/Ixbilia/Sevilla y la adecuación de su puerto en sus proximidades, el conocido históricamente como puerto del Arenal. Se observa así mismo la conformación de la alquería/arrabal de Triana en los momentos que el desplazamiento del cauce del río hacia el oeste cesa y se estabiliza el mismo ( la dinámica fluvial podemos decir que se congela).
Como ya indicamos en otra entrega de este blog sobre el auge y declive del
puerto de Sevilla entre los s. XVI-XIX, a partir del descubrimiento de América
en 1492 el complejo portuario Cádiz-Sevilla, se convierte en motor y meta del
comercio con las nuevas tierras que pasaron a manos de la corona española.
Sevilla y luego Cádiz se constituyeron cabezas y centros geoestratégicos del
monopolio del comercio americano.
A partir de Alfonso X, al que llamaron el Sabio, Sevilla se convirtió en corte de Castilla, compitiendo dentro del reino Castellano en riquezas con Toledo y Burgos. El puerto de Sevilla se convirtió en posiblemente la principal salida al mar para todo el reino Castellano Leonés, sin embargo Sevilla y su entorno sufrieron un gran despoblamiento tras la conquista cristiana. Se originó una profunda crisis económica y demográfica, motivada por continuas incursiones de tropas musulmanas provenientes del Norte de África que crearon una gran inseguridad en todo el reino de Sevilla y dificultó el repoblamiento de zonas vaciadas. A ello se añadieron guerras civiles internas en el reino de Castilla y guerras con el reino de Aragón todo ello dificultó la repoblación del área de Sevilla hasta cuando en 1344 las tropas castellanas tomaban Algeciras, dejando a Gibraltar como único baluarte benimerín en la Península. El dominio a partir de entonces del estrecho de Gibraltar por parte de de los cristianos favoreció enormemente la seguridad en el reino de Sevilla empezaron y el inicio de un periodo de esplendor, para la ciudad hispalense ciertamente muy cosmopolita,
Está documentado el intercambio de mercancías de mercancías “exóticas” a larga distancia ya entre los imperios de Roma y China. Mediante rutas marinas el Islam llegó a la comerciar con toda la costa oriental de África a finales del siglo X y con el sur de Filipinas en el Sudeste Asiático a finales del siglo XI. Es decir los árabes integraron las rutas comerciales del océano Pacífico con Occidente. Las económicamente importantes Ruta de la Seda y la Ruta de las Especias a través del Océano Indico (conocida también como ruta de la Seda por el Mar) fueron bloqueadas por el Imperio Otomano hacía 1453 tras la caída del Imperio bizantino. Esto espoleó la Era de los Descubrimientos: la exploración de una nueva ruta marítima alrededor de África gracias primeramente a Portugal y con posterioridad al viaje de Magallanes a partir de 1523 España.
Desde época alto medieval el puerto de Sevilla exportaba a toda Europa granos, aceite, vinos, quesos, miel, sedas, lana y lino, maderas, mineral, cueros, jabón, cera, frutas, frutos secos, salazones y tintes . La riquezas se incrementaron a partir del s. XV a raíz del descubrimiento de América con el tráfico hacia las Indias Occidentales (lo que se vino en llamar las tierras de Ultramar) se produjo un auge comercial cualitativo monopolizado por el puerto de Sevilla. A los anteriores productos exportados se añadían especias, cerámicas y artesanías de metal y de otros diversos materiales. Sevilla importaba especias, sal, frutas y alimentos exóticos, sedas, madreperlas, nácar, tejidos de origen vegetal, y, sobre todo, quintales de oro y de plata.
Después de la reconquista de la ciudad de Sevilla, el rey Alfonso X ordenó la construcción en el siglo XIII de las Reales Atarazanas extramuros a la misma. Este edificio constaba de 17 naves dispuestas perpendicularmente al río Guadalquivir y se especializó en la producción de galeras, desempeñando un papel crucial en la lucha por el control del estrecho de Gibraltar contra los árabes. Con una notable capacidad de producción, las Atarazanas podían construir flotas de 20 a 30 galeras simultáneamente También las Atarazanas servían de almacén y para la reparación de galeras.. Sin embargo, durante el reinado de los Reyes Católicos, la demanda de galeras disminuyó en favor de naves de vela, como carracas o naos, lo que condujo al declive de este tipo de astilleros. Además, la marina de guerra comenzó a favorecer los galeones artillados, lo que llevó a una reducción en el número de naves en las Atarazanas destinadas a la construcción de galeras a principios del siglo XVI. Se llevaron a cabo obras de remodelación de las Reales Atarazanas en un intento por adaptarse a las nuevas necesidades de construcción de naos y carracas, pero estas medidas resultaron improductivas. En efecto en 1593, el rey Felipe II prohibió que los barcos construidos en los astilleros de Sevilla realizaran viajes a las Indias, argumentando la inferior calidad de la madera utilizada en su construcción. Esta madera solía llegar en almadías o balsas desde la Sierra del Segura, en la actual provincia de Jaén. Esto también estaba motivado con la perdida de calado del río Guadalquivir , por lo que los astilleros desaparecieron de Sevilla y en ella y en Coria del Río se centró en la construcción de embarcaciones de menor porte y principalmente aptas para la navegación fluvial, perdiendo por tanto dichos talleres la categoría de astilleros , para convertirse en simples carpinterías de ribera.
Sevilla se convierte en capital comercial de dos mundos, América y Europa, centro de atracción y confluencia de una heterogénea muchedumbre de hombres, mercancías y negocios, donde todo gira alrededor se su puerto y que beneficia a Coria del Río donde estaba establecidas las aduanas del río en razón de que los barcos debido al meandro de la Merlina allí debían hacer una estación obligatoria.
En 1543 se creó el almojifarazgo de Indias por parte del rey Carlos I, que gravaba los bienes que venían de América el edificio de las Aduanas se encontraba en Sevilla pero con una oficina con un administrador del Amojarifazgo de Indias en el puerto de Coria como nos informa en 1634, Rodrigo Caro quien hizo una relación de los funcionarios que trabajaban en la Aduana de Sevilla entre ellos destacamos: ” ocho escrivanos del río, que asisten desde la Torre del Oro hasta la Puente de Triana, a ver lo que se embarcaba y desembarcaba, Arraez de una falua y dos marineros, Oficio de guarda mayor, un oficio de Marchamador, que sella todos los fardos, un Administrador en el Puerto de la villa de Coria”
Por tanto ya desde mediados del s. XVI y como nos cuenta Mal Lara en “Recibimiento que hizo la muy noble y muy leal ciudad de Sevilla a Felipe II”. en Coria residían "las guardas del Almorifazgo Mayor [de Sevilla, y del] de Indias, y del Almirantazjo, y de todas las mercadurías y navíos que van a Poniente y Levante se toma aquí cuenta y razón de todo ello". Esto quiere decir que los derechos de aduanas de mercancías entrantes o salientes en Sevilla, controlados por escribientes y guardas llamados almojarifes, se pagaban o al menos se registraban en Coria para confirmar su pago en Sevilla. Era necesario para reprimir el contrabando y el escamoteo de los tres impuestos referidos (Almorifazjo de Indias, Almirantazjo y alcabala de mercadurías) contar con una fuerza policial disuasoria acuartelada en la villa.
El puerto de Sevilla en el s. XVI contaba con una crecida cohorte de funcionarios adscritos a la Aduana (257 empleados, que eran distintos a los funcionarios dependientes de la Casa de la Contratación y del Consulado del Mar) que ejercían el control de todo lo que se embarcaba y desembarcaba en el Guadalquivir, vigilando que los mercaderes liquidasen el almojarifazgo (impuesto aduanero de las mercancías), que se solía arrendar a un señor asentista y que producía sustanciosas recaudaciones a la Corona. Quizás una de las oficinas de Aduana más importantes estaba situada en Coria pues allí habrían detenerse todas las naves que subían hacia Sevilla por el río (MARINA ALFONSO MOLA, “Puerto y puerta de las Indias. El Guadalquivir en el Siglo de Oro”. Rev.Andalucia en la Historia OCT 2018)
La vida de una nao para el transporte hacia Indias era de tres a cuatro años, por eso se recomendaba que fuesen completamente nuevas cuando se iniciaba el viaje. En todo caso sino eran nuevas debían de inspeccionarse y repararse, para lo que varadas en tierra se observaba todo el casco y en particular la quilla. Se procedía al carenado de las mismas y calafateado por parte de expertos calafates. Un sitio adecuado era San Juan de Aznalfarache y Coria, también se usó el "brazo del Este" con los careneros del Borrego (que pertenecía al término de Coria) y de las Horcadas respectivamente en la parte norte y sur de la Isla Menor. También estas labores se efectuaban en Bonanza.
La dificultosa navegación por el Guadalquivir obligaba a que tuviera que embarcarse en cada nao de gran tamaño un piloto práctico del río, que era el que tomaba el mando. Los fondos del río estaban en continua evolución, además el canal de navegación podía fluctuar de un día para otro a consecuencia fundamentalmente de las frecuentes crecidas en periodos de tormentas que provocaba amontonamiento de materiales en algunas partes del cauce. Por eso los pilotos prácticos eran personas de mucha experiencia y de un trabajo y conocimiento continuado del río. Igualmente el atravesar la barra en la desembocadura se confiaba a un piloto práctico de la barra que tenia conocimientos de este crítico lugar antes de que las embarcaciones iniciasen su travesía oceánica. (Nota M. Angeles Flores. Andalucía y América en el s. XVI. II Jornadas la Rábida. pag. 341. Excma Diputación de Huelva. 1982)
En el siglo XVI era imposible la entrada de embarcaciones de más de 200 toneladas de porte, de modo que cuando los galeones no podían seguir navegando aguas arriba, se alijaban sus mercancías más valiosas en rápidos barcos menores para su transporte hasta la Aduana. Hasta el puerto de la Horcada sí llegaban todos los galeones de tal porte sin problemas.
Poco a poco el tramo final del Guadalquivir se fue consolidando como un amplio espacio portuario, al ir surgiendo diversos embarcaderos en los que atracaban los barcos que entraban o salían. Entre ellos destacaron, los de Coria, el Bodegón del Borrego, el Bodegón del Rubio (en el Brazo del Este), las Nueve Suertes (En el Brazo de la Torre) y sobre todo, las Horcadas, a unos 8 leguas de Sevilla, que fue el más importante de los embarcaderos. A ellos se añadía finalmente la propia Sanlúcar de Barrameda. En esos puntos podían fondear los navíos a la espera de la subida de la marea, o para alijar parte de la carga con el fin de poder llegar hasta Sevilla, o cargar los productos de las comarcas por las que transcurría, como los cultivados en el Aljarafe, y aprovisionarse de vituallas.
Sevilla cuya situación al final del estuario del Guadalquivir, que le había
resultado tan positiva en la Edad Moderna, tuvo en ello su principal handicap
en el s. XIX, debido al comportamiento del río. El tramo final del Guadalquivir
se desliza hacia el mar en un área marismeña de bajísima pendiente (del orden
de 1/10.000) que hace que el flujo se retuerza en meandros que dificultan
notablemente la navegación. La historia de las mejoras del puerto de Sevilla
está jalonada por dos tipos de actuación. De un lado, las cortas en el río, que
mejoren su navegabilidad y reduzcan los peligrosos efectos de las crecidas, y
de otro, las limpias del cauce en busca de la eliminación de los bajos. De
ambos tipos de actuación se registrarán en este puerto varios casos durante el
XIX.
El puerto fluvial de Sevilla con la llegada del barco de vapor parecía abocado
la decadencia, debido a se precisaba que la “canal” del río Guadalquivir y los
muelles de Sevilla tuviesen calado suficiente para permitir el paso y atraque
de esos barcos. Sin embargo gracias a las importantes obras acometidas de
cortas y dragados sobre el río y la construcción de un nuevo malecón Sevilla
pudo hacer prevalecer no sin dificultades su situación privilegiada de la única
ciudad española situada hacia el interior a orillas el único río navegable de
la península. La modernización de los puertos españoles en especial a partir de
la mitad del s. XIX, afectó también al puerto de Sevilla que debió encarar no
sólo grandes obras públicas portuarias, sino además como hemos señalado en la
ría del Guadalquivir : ampliación con nuevos muelles, aumento del fondo del
cauce mediante dragado. Sevilla cuyo puerto se asentaba sobre El Arenal desde
la Edad Media entre el puente de barcas de Triana y la torre del Oro, al pie de
los antiguos barrios de La Cestería y de La Carretería, sufre una
transformación mediante la construcción de un nuevo muelle y el trazado del
Paseo del Arenal o del Malecón (Paseo de Colón), enlazado con el casco medieval
a través de las calles de Alfonso XII y Reyes Católicos; esta última, a su vez,
unía la ciudad con el arrabal de Triana a través de un nuevo puente de hierro
de Isabel II o de Triana.
Un hecho determinante para iniciar desde una perspectiva urbanística la vinculación física y funcional entre la ciudad y el puerto, fue el derribo casi total de la muralla del mar, que representó la sustitución del frente de muralla que protegía la ciudad de las riadas del Guadalquivir por una fachada portuaria abierta. Además se produjo un remodelado urbanístico para unir las principales infraestructuras de transporte con que contaba la ciudad, el puerto fluvial y la estación de ferrocarril de la Compañía de Córdoba (Plaza de Armas). El entronque del ferrocarril con los barcos al llegar las vías al pie de las bodegas, resolvió el reto de una carga y descarga masiva por un procedimiento rápido y barato. Carga de cereales y minerales principalmente, al que luego se unió el aceite y las famosas aceitunas de mesa sevillanas. En particular los cargaderos y descargaderos de mineral (carbón, hierro, cobre o plomo) permitieron con el ferrocarril prácticamente transportarlo a granel desde la boca de la mina a la bodega de los barcos.
El puerto de Sevilla como otros en la segunda mitad del siglo XIX,
se convirtió en un gran almacén a cielo abierto de carbón por la necesidad de
combustible no sólo para los barcos sino también para la incipiente zona
industrial situada estratégicamente entre la estación de Plaza de Armas y el
puente de Triana donde precisamente se situó la gran fábrica de electricidad de
la Compañía Sevillana de Electricidad.
Con todo la actividad del puerto de Sevilla en el siglo XIX en relación a otros
peninsulares puede calificarse de lento crecimiento y esta actividad estuvo
lastrada por valor de las mercancías de entrada supera globalmente al de las de
salida. Situación que refleja el atraso relativo de la economía del entorno
andaluz de Sevilla con relación al conjunto nacional y a las economías del
Norte de España. La composición de la carga es típica de una economía
mediterránea: cereales, aceite y otros productos agrícolas (o sus derivados
como el jabón) y minerales como base de la oferta de la zona. La demanda es,
sobre todo, de productos manufacturados (la mitad textil), carbón y materias
primas como hierro (pues la industria siderúrgica sevillana era del todo
insuficiente), pieles y madera.
El transporte marítimo respecto al ferrocarril fue perdiendo comparativamente
peso
relativo cuando la red ferroviaria se extendió por todo el interior de España
en el último cuarto del s. XIX, aunque esta red ferroviaria buscó llegar al pie
de los barcos, integrando progresivamente a los puertos en la red.
Hasta el siglo XIX las obras que se necesitaban acometer y la gestión
económica de cada puerto se hacían en España por organismos locales como los
“consulados” o “juntas locales de comercio”. En el caso de Sevilla existía el
Consulado Marítimo y Terrestre de Sevilla constituido en 1784 como consecuencia
del Decreto de Libre Comercio. Desde el primer momento el Consulado se interesa
por hacer más navegable el río, toma cartas en este asunto y gestiona la corta
de la Merlina (1795). El Consulado sería más tarde sustituido en dicha
finalidad de mejorar la navegabilidad por la Compañía de Navegación del
Guadalquivir (creada en 1815 para emprender la corta de Borrego) y a su vez
este organismo sucedido por la Junta de Obras del Puerto en 1870 dependiente ya
del Estado.
Los principales proyectos de mejoras en el siglo XIX se deben al ingeniero
Canuto Corroza (1852) si bien no fueron desarrollados sino muy limitadamente y
lentamente.
Los proyectos de Manuel Pastor y Landero como director del puerto desde 1863 se
destinaron a modernizar los muelles del puerto y gracias a los trabajos de la
Junta de Obras del Puerto de Sevilla creada en 1869 se logró recuperar la vía
de navegación para barcos de más de 200 tn. A comienzos del siglo XX, el Plan
Moliní desarrolla las ideas de Corroza que incluían cinco directrices:1- Obras
de ensanchamiento y mejora del canal que facilita la navegación en la
desembocadura. 2- Dragados en el canal navegable del río y en el puerto. 3.-
Corta de Tablada, que evita tres meandros a la navegación previos a la entrada
en el Puerto (los Gordales). 4.- Construcción de un puente en la cabecera de la
Corta de Tablada (el eliminado puente de hierro de Alfonso XIII). 5.- Dotación
de un muelle de atraque y zona de servicios en la margen izquierda de la Corta
de Tablada.
La Casa de Contratación de Sevilla fue creada por la Corona en 1503 para administrar y controlar todo el tráfico con América, tierra declarada mercado reservado de Castilla. Nadie podía ir a América ni fletar ninguna mercancía para las Indias sin pasar por la Casa de Contratación de Sevilla; y toda mercancía procedente de las Indias debía pasar por el control de esa institución y pagar el impuesto del 20 % a la Corona. Gran parte de este control se hacía también en los puertos de Coria del río, Sanlúcar de Barrameda y Cádiz. La Casa se encargaba del aprovisionamiento y del pertrecho de las flotas, cuidaba del buen estado delas embarcaciones y se encargaba del registro de todos los barcos que se disponían a zarpar para América o que venían de regreso. La Casa de Contratación fue instalada inicialmente en las Atarazanas de Sevilla, pero ese lugar estaba expuesto a las riadas y era perjudicial para las mercancías, por lo que pronto fue trasladada al Alcázar Real, y allí quedó instalada en la sala de los Almirantes, hasta que fue trasladada a Cádiz en 1717.
Ahora vamos a referirnos al puerto de Coria, sus mudanzas y algunos de sus
aspectos significativos de su evolución.
En la confluencia del Riopudio y el río Guadalquivir (que entonces era mucho
más ancho que en la actualidad), estaba desde antiguo el puerto o fondeadero de
Coria, resguardo de las embarcaciones que atracaban en Coria (ahí fue donde
Magallanes en 1519 se refugió de una tormenta antes de emprender el viaje para
dar la vuelta al mundo). Precisamente en esa zona estaban las chozas de los
pescadores, en la calle que empieza a formarse y se llamaría calle Nueva junto
a la cual a finales del siglo XVI se construyó, según parece; la capilla de
Ntra. Sra. de la Soledad. Este fondeadero fue progresivamente perdiendo calado
por lo que quedó únicamente para las pequeñas barcas de pesca. Sin duda el
puerto principal de Coria estaba durante los s. XVI-XVI situado junto a la
ermita de La Magdalena, a la salida del pueblo extrarradios, es decir en el
campo debajo del cerro de Cantalobos, en dirección al camino de Sevilla, ya que
anteriormente a la corta de la Merlina (1785). El puerto no se podía situar
junto al pueblo y su parroquia de Nra. Sra. de la Estrella, donde únicamente
también atracarían pequeñas barquillas, puesto que esta zona conocida como la
Antilla estaba ocupada por islotes y bajos arenosos de material aportado por el
río. Por tanto en el torno de Coria no encontramos con su pequeño puerto que tradicionalmente
había servido como punto de control de mercancías (Aduana donde se establecía
el antiguo pago de tasas denominado almojarifazgo), al mismo tiempo de punto de
paso del pasaje de barcas con la banda donde se halla las tierras de labor de
Coria y el puerto servía también al trasvase de ganado desde la Cañada Real de
la Isla Mayor pasando por la colada del Callejón de la Magdalena, ya en la otra
orilla, hacia la cañada Real de la Isla Menor pasando por la Cañada Real del
Polvero . También el puerto de Coria permitía las labores de alijo de los
barcos destinados al comercio con América con poco fondo entre ambos tornos,
para evitar el rodeo de un día de duración que llevaba la navegación del
meandro de la Merlina (pequeña venta y puerto también denominado Merlina con huerta, o huerta del Padre Juan
que pertenecía al término de Dos Hermanas) por lo tanto era lugar de reposo de
muchos viajeros que preferían permanecer en tierra durante el día que tardaban
los barcos en dar la vuelta al lóbulo del meandro pasando junto a la torre de
los Cerberos. En Coria se hacía debido a su estratégica posición respecto al
río un segundo control adicional al de Sevilla del embarque de pasajeros y
mercancías, el cobro de derechos aduaneros y la persecución del fraude fiscal
todo ello bajo la dependencia directa de la Casa de Contratación. Por otra
parte en la Puebla junto a Coria tenía su sede unidades que efectuaban la
policía del río y persecución del contrabando (en el mismo lugar donde hoy se
encuentra el Cuartel de la Guardia Civil y anteriormente uno equivalente de
Carabineros).
Era el puerto de Coria pues un lugar muy frecuentado por merinos , también por
cargadores, viajeros, marineros y militares antes de emprender sus azarosos
viajes ultramarinos, donde se hacía alijo de los Barcos con el Puerto de la
Dehesilla situado en la otra parte del estrecho cuello (aprox.
La jurisdicción de Sanlucar de Barrameda fue quitada a la casa de Medinasidonia en 1641, lo que posibilita a la Corona a que este puerto intensifique su papel de control sobre el tráfico marítimo de Indias bajo su control directo al convertirse en pueblo de realengo. Ya anteriormente por otra parte la "tabla" o aduana del Almojarifazgo Mayor de Sevilla y las Indias debio perder su papel anteriormente el puerto de Coria al ser esta villa comprada y sometida bajo el señorio del Conde duque de Olivares en 1636 y pasando en los sucesivo a sus descendientes los condes de Altamiradesaparece, lo que pudo redundar en que su papel pudiese pasar a la Puebla junto a Coria y a Sanlucar de Barrameda. De cualquier forma a partir de
Por otra parte algunas galeras de la Real Armada invernaban en Coria al
menos en el s. XVI repartidas entre el puerto de Coria y el puerto del Borrego,
dada la prohibición de atracar en Sevilla debido a los conflictos que producía
la soldadesca embarcada y la chusma marinera, sin olvidar a los galeotes
condenados al remo que había que airear y reponer. Reminiscencia de esta
importancia de Coria para la Marina de guerra española es puesto de la Comandancia
de Marina, ejercido por un contramaestre a cargo de unos cuantos marineros que
pervivió hasta la primera mitad de lo años 1970 que ejercían labor de policía y
vigilancia del río en el sector asignado. La Comandancia Naval de Sevilla
establecida en 1822 en la Torre del Oro para ejercer la capitanía del Puerto y
control militar de la ría del Guadalquivir hasta Sanlúcar de Barrameda era la
autoridad superior sobre el puesto de Coria. Comandancia Naval que pasó desde
la torre del Oro al Pabellón de la Marina de Guerra después de la Exposición
Iberoamericana de Sevilla de 1929. La Comandancia Naval de Sevilla tiene
prevista su desaparición el próximo año 2015.
Es conocida en Coria la existencia de un Batán a la orilla del río en lo que se
denominaba prado de la Magdalena, en la zona que aún conserva su nombre que va
de Punta Arena hasta la actual Gasolinera, muy probablemente donde hoy mismo
está la arrocería Herba. Por tanto este batán debió estar situado no muy lejos
del puerto de Coria y la ermita de la Magdalena. El batán debió de desaparecer
anteriormente al 1720 sin embargo el topónimo quedó en la designación de la
zona, pues en el plano de Mielson de 1720 se describen otros ingenios
hidráulicos en el Guadalquivir, tal como una Fábrica de Hierro justo en la
orilla opuesta pero no se recoge tal batán. El batán de Coria tendría relación
con industria textil lanera de la ciudad de Sevilla que contó con una
importante red de telares de paños. Los paños se vinculan con la Mesta y el
esquileo del abundante ganado ovino que pastaba en las Islas del Guadalquivir y
en particular especialmente en la Isla Menor. Muchas ovejas merinas transitaban
por Coria donde muy probablemente existió un esquiladero, y la lana en vellones
era exportada desde los puertos de Sevilla, Coria y otros como el puerto de la
Horcada hacia los puertos de Francia, Inglaterra y Alemania, por eso muy bien
el excedente de lana se podía procesar en tiras de lienzo que necesitaban ser
batanados previamente a su venta, este debió de ser el origen del citado Batán
de Coria junto al mismo puerto de la localidad.
En 1795 tras la corta de la Merlina el lugar del puerto de Coria pierde en
importancia pues ya deja de ser lugar de parada obligada de los barcos. A su
vez la parte de la orilla próxima al núcleo urbano de Coria, tras la corta de
la Merlina se constituye rápidamente en un lugar de deposición de arcillas y se
colmata el paraje de la Antilla se consolida el prado de la Soledad en el lugar
donde estaban antes unas albinas, lo que supone el traslado del puerto y sus
actividades anejas como el Astillero al sitio donde hoy está la venta del
Mellizo y el actual pasaje de barcas junto al pueblo de Coria. No obstante ya
desde aprox. 1850 se instala en al zona del antiguo puerto una importante fábrica
de regaliz destinado a la exportación hacia el Norte de Europa, por lo que se
establecen allí unos muelles de madera destinados al servicio de la fábrica.
Este muelle decaería a principios del s. XX con el cierre de la citada fábrica
de regaliz que estaba vinculada con Zaragoza, de donde procedían también como
gestores de la fábrica la familia Delmás. El puerto fluvial con su muelle en el
sitio de los Malecones progresivamente iría trasladando su actividad al puerto
situado junto a la Venta del Mellizo, donde se establecería finalmente el
pasaje de barcas a cargo del municipio.
En el último cuarto del s. XIX se establece una fábrica de Harinas llamada Nuestra Señora de la Estrella con máquina
de vapor y chimenea de la familia Fernández Santacruz en la calle que va a
Sevilla (hoy Avenida Andalucía) y a su vez los antiguos Astilleros de la Junta
de Obras del puerto se transforman en almacén de maderas, lo que exige la
instalación a su vez de otro muelle de madera o pantalán de tres patas del que
existe constancia ya en 1873 junto a la Venta del Mellizo que ha subsistido
hasta finales de los años 1960. Posiblemente después del guerra civil española se pasó a construir otro muelle de madera de una sola pata pero con dos plataformas a distinta altura desde el que se cogía la barca de pasaje . Este muelle se hallaba hacia el comienzo del parque Carlos de Mesa, y más tarde se vió sustituido en el mismo sitio por un muelle flotante de hierro que aún existe.
La barcaza de madera de gran capacidad para el paso de coches y tractores, alternaba con el paso de la barca para pasajeros, bicicletas, motos y a veces incluso dos coches según circunstancias. La barcaza cambió para construirse en hierro al igual que la barca de paso, una usando la bajera junto a la Venta del Mellizo la primera y el muelle flotante de hierro la segunda. Tal como en la actualidad, aunque la barca de paso ya apenas si se utiliza y lo hace primordialmente la batea con gran tráfico de coches pues en la actualidad ya no hay el enorme flujo de jornaleros que se trasladaban a Aquel Lao con bicicletas y motos.
Existió otra bajera junto al campo de futbol Estadio Guadalquivir cerca de las Casitas del Grupo Obrero que era operada por otro barquero distinto al que tenía la barcaza junto a la Venta del Mellizo para trasladar coches , pero que subsistió poco tiempo entre los años 1960-1970.
A finales del s. XIX y ppios. del s. XX
los barcos de vapor que iban desde Sevilla a Sanlucar de Barrameda y los
Puertos-Cádiz. hacían un alto en Coria donde desde una canoa se embarcaban
pasajeros. En Coria había una oficina de expedición de billetes para el
"vapor" de la línea hacia el mar y para el vapor diario de Coria a
Sevilla (muelle de la Sal)
BIBLIOGRAFIA
Rueda Germán et al. “las principales ciudades portuarias en la España del
siglo XIX”. IX Congreso Internacional de la Asociación Española de Historia
Económica
Grau Galve Juan “La Milicia Urbana y los ataques ingleses a las costas de
Cadiz” Blog Cuadernos de Casa Alta de Juan sin Tierra
(http://cuadernosdecasaalta.blogspot.com.es/2012/05/juan-sintierra-la-milicia-urbana-y-los.html)
Grau Galve Juan "LOS RIOS Y PUERTOS DE LA MARISMA DE SEVILLA EN EL ANTIGUO RÉGIMEN" Blog Cuadernos de Casa Alta de Juan sin Tierra
(http://cuadernosdecasaalta.blogspot.com.es/2012/10/juan-sintierra-los-rios-y-puertos-de-la.html)
Juan de Mal Lara “Recebimiento
que hizo la muy noble y muy leal Ciudad de Sevilla, a la C.R.M. del Rey D. Phelipe
(1570).
Valencia Japón Víctor" Vida y oscuros negocios del general de La Flota
de Indias Alonso de Chaves y su hijo, Don pedro Galindo de Abreu, en la Coria
del siglo XVII" Rev. Azotea nº 18 Ayuntamiento de Coria del Río (2014)
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ResponderEliminarHola muy buenas tardes, quería felicitar al autor por su buena aportación! y quisiera preguntarle de dónde proviene la imagen del vaporcito, la que muestra una maqueta de cómo serían éstos vapores del Guadalquivir. Estoy trabajando sobre vapores en Cádiz y quisiera solicitar su permiso para reproducir la imagen, por supuesto con su correspondiente mención a su autor y su obra, gracias!
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