El
tiempo y ritmo cotidiano en en el s. XIX en Coria del Río
Hablar
del ritmo de vida del pueblo de Coria del Río en el s. XIX es tanto como hablar
del ritmo de vida de otros tantos pueblos de carácter agrícola de la Baja
Andalucía en ese periodo de tiempo. Así mismo ese devenir del tiempo y de las
horas no se diferenciaba notablemente del que se seguía muchos siglos antes
desde que Coria se hizo cristiana en el s. XIII.
El
ritmo de vida estaba marcado por las campanas de la iglesia que se usaba para
avisar no sólo de los distintos acontecimientos religiosos de una localidad,
sino para marcar las horas del día que se ajustaban a distintos rezos que
señalaban diariamente las campanas de la iglesia de Santa María de la Estrella
mediante toques específicos que todo el pueblo conocía. El tiempo tenía para
los vecinos dos referentes que se engarzaban; el primero, de carácter físico,
era el sol; el segundo, de carácter espiritual, eran las campanas de la
iglesia. Así dentro del día, el ritmo de las horas se inspiraba en el de las
celebraciones diarias y oraciones y las campanadas de la iglesia se encargaba
de recordarlas. Era una época en que el tiempo del pueblo, se marcaba no solo a
través de los relojes (de sol naturalmente), sino que sus los diversos toques
de la iglesia fijaban el transcurrir de la jornada, de la semana, del año y de
la vida, marcando además espacios festivos o de luto. Por otra parte hay que
decir que la hora oficial de España se diferencia en la actualidad de la hora
solar o verdadera en una hora más en invierno y dos más sobre la solar en el
horario de ahorro de luz o horario de verano.
El
tiempo se dividía de forma distinta a como se hace ahora con 24 horas de las
cuales aproximadamente 12 corresponden a la noche y otras 12 al día. El tiempo
se dividía más bien en fracciones de 3h de las actuales, en lo que se llamaban
horas canónicas que marcaban el momento de las distintas oraciones. A falta de
relojes mecánicos el patrón de medida del tiempo eran el sol y los relojes
solares. Esos momentos se ajustaban al transcurrir en ese día del sol, siendo
pues esas “horas canónicas” relativas en cada momento a la situación del sol en
cada estación del año. Por tanto las aproximadas 12 horas nocturnas, se
agrupaban en un periodo de 6 h. desde el atardecer hasta la medianoche y otro
de 6 h. desde medianoche hasta el amanecerse. El día en cambio en sus
aproximadas 12 horas desde el amanecer se dividía en cuatro periodos de 3 h.
cada uno. Por tanto la medida del tiempo era variable según la duración del día
y la noche en cada momento del año.
Las
“horas canónicas” por las que se regía en general la vida diaria se detallan a
continuación:
-La
Prima: Era la primera hora después de salir el sol, aproximadamente las seis de
la mañana en invierno (las cinco en verano según el horario solar).
-La
Tercia: Se trataba de la tercera hora después de salir el sol, es decir, las
nueve de la mañana.
-La
Sexta: Sexta hora después de salir el sol, las doce del mediodía.
-La
Nona: Novena hora, las tres de la tarde (aunque con el tiempo esta hora se
avanzó a mediodía marcando así para los laicos la mitad de la jornada de
trabajo dividida así más racionalmente en dos partes iguales).
-Las
Vísperas: tras la puesta de sol, habitualmente sobre las 18:00 h.
-
Las Completas: antes del descanso nocturno, las 21:00
-Los
Maitines: Medianoche, las 24:00 h.
-Los
Laudes: Las tres de la mañana.
Reloj solar con la división del tiempo según era habitual
por influencia de los monasterios en sus "oras canónicas".Suponiendo
que el Sol saliera a las 6 de la mañana y se pusiera a las 6 de la tarde, las
horas se contaban así: 6 = 1 prima; 7 = 2; 8 = 3; 9 = 4 tercia; 10 = 4; 11 = 5;
mediodía 12 = 6 sexta; ya en la tarde 1 = 7; 2 = 8; 3 = 9 nona; 4 = 10; 5 = 11;
6 = 12 vísperas.
Estas
“horas canónicas” en que se dividía el día eran conocidas y nombradas así por
el común de los vecinos y no sólo por los clérigos, horas que se registraban
por medio de las campanas de la iglesia, pues a ellas se ajustaban en sus
oraciones los tres clérigos que había en Coria: el cura y los dos beneficiados.
En algunos casos en lugar de oración a esa hora correspondía la celebración de
una misa.
El
encargado de regular los toques así como de abrir y cerrar las puertas de la
iglesia era el sacristán que para tal efecto vivía en la misma iglesia.
Generalmente sólo se prescindía de tocar los maitines (medianoche) para así no
perturbar el descanso nocturno. La duración de los periodos no podían
controlarse, porque los toques de prima y completas se hacían coincidir
siempre, en cualquier época del año, con el alba y el crepúsculo, y a partir de
ellos se computaban el resto de toques, con lo cual sólo en los equinoccios se
conseguía, aproximadamente, delimitar fracciones de tiempo homogéneas (12 horas
de las actuales para el día y otras tantas para la noche).
En
cuanto a lo que podemos llamar tiempo cotidiano la verdad es que entonces se
vivía sin preocupaciones por la precisión y sin demasiadas inquietudes por el
rendimiento en el trabajo que se ajustaba al ritmo solar. Toda la vida y
jornada laboral se ceñía a la luz solar, todo el mundo se levantaba al amanecer
y se acostaba poco después del ocaso. Cuenta el conocido escritor Pedro Antonio
de Alarcón, describiendo la sociedad De mitad del s. XIX que: “... las personas
de su posición continuaban levantándose muy temprano; yendo a la [….] la misa
de prima, aunque no fuese día de precepto; almorzando, durmiendo la siesta
después de comer [a mediodía]; paseando luego por el campo; yendo al rosario,
entre las luces, a su respectiva parroquia; tomando otro chocolate a la [hora
de la] oración”
El
único sistema de referencia basado en el ritmo solar para medir el tiempo, era
el señalado por medio de las campanas de la torre de la iglesia que servía de
orientación general a los vecinos. Así se dividía la jornada de acuerdo con los
cuatro momentos de oración recordado por las campanas: alba (comienza la
jornada), mediodía (la hora de comer) y atardecer (hora de regresar a casa tras
el trabajo), acabando con la oración de Ánimas, ya de noche cuando al gente
acostumbraba a acostarse. Estos cuatro toques de oración tenían ocasión en las
horas canónicas de Prima, Sexta, Vísperas y Completas respectivamente y la
gente solía rezar un Avemaría o hacer la “Señal de la Cruz” al toque respectivo
de las campanas.Las campanadas señalan y dan aviso de un acto religioso público
ordinario que tiene lugar en cualquier momento del año.
Aparte
de ello los toques de misas también servían para señalar otros momentos. Las
misas se celebraban siempre en la mañana y nunca en la tarde. En efecto las
misas se decían se celebraban a diario al alba todos los días y se llamaba
también misa de (hora) Prima sobre las seis de la tarde. El motivo de esa hora
era el hecho de que la Resurrección de Jesucristo había ocurrido en la mañana
antes del alba y que el ayuno eucarístico necesitaba de 12 horas sin comer por
lo que se podía cumplir para los comulgantes si ya después de la cena sobre las
seis de la tarde en horario solar de invierno no comían más. Esta Misa del Alba
tenía lugar a la llamada de las campanas tras el referido toque del Alba y a
ella acudían mujeres devotas y aquellos hombres que antes de dirigirse a
trabajar en el campo o en su taller, su devoción les invitaba y sus posibles le
permitían. Por otra parte en domingos y días de fiesta había otra segunda misa
la de “hora tercia” (es decir, 9:00 a.m.) se considerada como Misa Solemne
(misa cantada en que acompañan al sacerdote celebrante, el diácono y
subdiácono) a la que acudía la gran mayoría del pueblo y en todo caso la
mayoría de los fieles a cumplir con el precepto dominical. Esta misa más
concurrida recibía el nombre de Misa Mayor, por lo que los toques de la misma
anunciaban además en los referidos días a la hora de Tercia. Después de
finalizada esta misa la gente usaba pasear en domingo por la calle Larga o en
los días festivos del Corpus, Domingo de Ramos, de Resurrección, Natividad de
María (8 de Septiembre), etc. acudir a la procesión que le seguía y disfrutar
de las Fiestas comprando en un mercadillo ferial. Por último otro toque de
campanas de la tarde era antes de la hora de Vísperas (caída de la tarde) era
el del Rosario o el de Exposición del Santísimo en ciertos momentos del año.
Como hemos señalado las misas incluidos los Oficios de Semana Santa eran todas
por la mañana, inclusive la misa del Gallo del 25 de Diciembre se celebraba al
alba y existía la costumbre de llevar un gallo a la iglesia que cantaba al
despuntar el día para tal ocasión de ahí el nombre de esta misa. Si bien
también a partir de un momento indeterminado se celebraba en tal ocasión la
Misa de Maitines (medianoche) que acabó llamándose por contagio Misa del Gallo.
Durante la Cuaresma para romper el ayuno en la tarde la misa de diario se hacía
a la hora nona (misa de nona) que sustituía al misa de tercia, aunque el
domingo no era día de ayuno.
Si
por la tarde no había culto de misa nunca como ya hemos dicho, sí lo había en
ciertas ocasiones de Rosarios y de Cultos de las cofradías (triduos, quinarios
o novenas), en esta ocasión también sonaban las campanas marcando la hora de
dichos cultos. En particular el rosario se rezaba por la tarde durante todo el
mes de mayo, la cuaresma y en la novena de octubre. A la misma hora del a tarde
se celebraban los triduos, novenas con sermón y exposición del santísimo que se
avisaban con el toque de Manifiesto.
El ritmo de vida estaba marcado por las campanas de la
iglesia que se usaba para avisar no sólo de los distintos acontecimientos
religiosos de una localidad, sino para marcar las horas del día que se
ajustaban a distintos rezos que señalaban diariamente las campanas de la
iglesia de Santa María de la Estrella mediante toques específicos que todo el
pueblo conocía
La
iglesia parroquial de Santa María de la Estrella tenía primitivamente una
pequeña torre adosada al ábside posiblemente con sólo dos o tres campanas
pequeñas, sin embargo en 1777 se construyó la actual torre campanario de estilo
barroco para cuatro campanas. La campana grande o gorda (Tan), la mediana (Ten)
y la tercera (Tin) eran tocadas con golpeo de badajo desde debajo de la torre o
desde la casa del sacristán (con habitación por donde pasaban las sogas) y de
esta manera los toques marcaban las oraciones y con ello las horas, aunque
también las defunciones, las misas ordinarias o solemnes y de las festividades
etc..
Cuando
en Coria aún no existía la Casa de Cabildos, como lugar de reunión para los
ediles del Concejo, los vecinos eran convocados a las reuniones o plenos del
Concejo “a son de campana tañida” congregándose los vecinos en el pórtico o en
el porche de la iglesia parroquial para la toma de decisiones importantes y
sobre todo para la elección anual de concejales y alcaldes.
En
el siglo XVI se consiguen los medios técnicos necesarios mediante relojes
mecánicos para llegar a controlar la división del día en 24 horas invariables y
hacer público el paso del tiempo mediante las campanadas realizadas en las
grandes ciudades mediante un reloj civil que controlaba mejor el tiempo de sus
habitantes. Eso como digo sería el reloj del Ayuntamiento de las ciudades como
Sevilla, por lo que es en Coria no será hasta la tardía fecha de 1799 cuando la
villa disponga de la “hora civil” que poco a poco iría desplazando a las “horas
canónicas” marcadas desde la torre de la Iglesia. En efecto faltando
escasamente un año para entrar en la centuria de 1800 se aprueba la
construcción de un campanario de una sola campana en el Ayuntamiento y se
comprar un reloj para el mismo por importe de 31.495 rs.. Desde entonces la
famosa “esquina del reloj” marca las horas “civiles” del día con sus toques de
las doce horas y las medias. Desplazando así al campanario de la Iglesia en su
función de regular el ritmo de la vida cotidiana de Coria ya desde el s. XIX.
El reloj del Ayuntamiento tenía poca precisión y se estropeaba con frecuencia
por lo que un relojero venido de Sevilla tenía que hacer periódicamente
arreglos al mismo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario