La
Navegación por el Guadalquivir en el s. XX . El Puesto de la Comandancia de
Marina de Coria, la Junta de Obras del Puerto, el Astillero y otros apuntes.
Muchas
y variadas han sido las actividades marineras que se han realizado en Coria,
todas ellas paradójicamente predominaron siempre sobre la única que nos queda:
la pesca del albur y los camarones. Así entre otros aspectos Coria jugó en el
pasado un papel fundamental en la vigilancia del río tanto por parte de la
Comandancia de Marina de carácter militar, como por parte de la Junta de Obras
del Puerto encargada de regular el tráfico de embarcaciones por el tramo
navegable del Guadalquivir hasta Sevilla. Por otra parte ancestralmente en
Coria los carpinteros de ribera construyeron numerosas embarcaciones en unos
astilleros que con el devenir del tiempo pasaron a la Junta de Obras del
Puerto. De todo ello vamos a tratar en este artículo.
El Puesto de la Comandancia de Marina de Coria del Río
El Puesto de la Comandancia de Marina de Coria del Río
La
Comandancia de Marina de Sevilla tenía al menos desde mediados del s. XIX un
puesto en Coria ocupado por un militar de la Marina con graduación de
contramaestre. Los tres últimos comandantes de puesto de Coria fueron D. José
Bustelo, D. José López y D. José Bellido (este último natural de Galicia y que
fue hermano Mayor de la Cofradía de la Virgen del Carmen de los Marineros
fundada alrededor de 1955 a
instancias del puesto de la Comandancia de Marina de Coria y posteriormente
Cofradía fusionada a principios de los años 1970 de la anterior con la de
Nuestro Padre Jesús Nazareno y Nra. Sra. del Carmen, llamándose a partir de
esta fusión Antigua Cofradía de Marineros de Nuestro Padre Jesús Nazareno y de
Nra. Sra. del Carmen, luego cambiaría su título al actual de Hermandad de Jesús
del Gran Poder y Nra. Sra. Del Carmen). Era frecuente que muchos corianos
ligados al río hiciesen el servicio militar en la Marina y en particular
aquellos más enchufados lo hacían en la Comandancia de Marina en la misma
Sevilla, lo más cerca posible pues de su pueblo ya que la Comandancia no tenía
retén en Coria, sino solamente el contramaestre como se ha indicado.
Los
barcos se matriculaban y controlaban en los puestos que la Comandancia de
Marina en diversos pueblos costeros. La Comandancia de Sevilla según datos de
1869 contaba con un contador que ejercía la contaduría de los ingresos
derivados de la matriculación de barcos y demás tasas. La policía y vigilancia
del Puerto de Sevilla y de su tercio Naval dependía de un Capitán de Puerto con
grado de capitán de fragata que tenía bajo su cargo a un ayudante, un prohombre
y dos cabos de matrícula. También contaba la Comandancia del Tercio Naval de
Sevilla para vigilar otras actividades como la de construcción de barcos con un
cabo de carpinteros de ribera y otro cabo para controlar a los calafates.
Los puertos dependientes del Tercio Naval de Sevilla se dividían en los que correspondían 1) a la provincia de Huelva (Ayamonte, Isla Cristina, Lepe, Cartaya, Gibraleón, San Juan del Puerto, Moguer y la Higuerita), 2) los dependientes de Sanlúcar de Barrameda (la referida ciudad más los distritos de Chipiona, Rota y Jerez de la Frontera) y por último los de la propia Provincia Naval de Sevilla que eran Puebla junto a Coria, Coria del Río, Sevilla capital y dos subdelegaciones en Alcalá del Río y el Tablago. La bandera de las embarcaciones matriculadas en Coria, así como otras de la provincia de Sevilla era roja con ribetes amarillos.
Los puertos dependientes del Tercio Naval de Sevilla se dividían en los que correspondían 1) a la provincia de Huelva (Ayamonte, Isla Cristina, Lepe, Cartaya, Gibraleón, San Juan del Puerto, Moguer y la Higuerita), 2) los dependientes de Sanlúcar de Barrameda (la referida ciudad más los distritos de Chipiona, Rota y Jerez de la Frontera) y por último los de la propia Provincia Naval de Sevilla que eran Puebla junto a Coria, Coria del Río, Sevilla capital y dos subdelegaciones en Alcalá del Río y el Tablago. La bandera de las embarcaciones matriculadas en Coria, así como otras de la provincia de Sevilla era roja con ribetes amarillos.
La
Comandancia y Capitanía de Sevilla estaban ubicadas en terrenos cercanos al
puerto de Sevilla en el barrio del Arenal. Hasta que la Capitanía del puerto se
traslada por cesión del rey a la Torre del Oro en 1822. La Armada establece en
la citada torre las oficinas de la Capitanía del Puerto, hasta que tras la
Exposición Iberoamericana de 1929 se trasladó a la zona de la Avenida de la
Raza de Sevilla, donde hoy continúa.
Coria
contaba con un puesto de la Comandancia de Marina que era ejercido por un
contramaestre, ya que en la localidad había aún un buen número de barcos
matriculados, a diferencia de Alcalá del Río que no era distrito naval sino tan
sólo subdelegación. Con el paso del tiempo los puestos de la Puebla del Río y
Alcalá del Río desaparecerían quedando sólo Coria y Sevilla.
El
puesto de Coria de la Comandancia tenía una pequeña oficina en las dependencias
que tenía el Ayuntamiento donde anteriormente estuvo la Escuela de Balde de
Niños y ahora está el nuevo edificio del Ayuntamiento. A ella llegaban los
marineros y pescadores a renovar la matricula de sus embarcaciones y desde la
misma en unión a los celadores de márgenes de la Junta de Obras del Puerto de
Sevilla, el contramaestre vigilaba el tráfico de embarcaciones por el río
Guadalquivir. Este puesto de la Comandancia duró hasta los años de 1970,
después de D. José Bellido ya no se renovó el cargo de Comandante de Puesto y
este Puesto de Coria se suprimió. Antes de la Guerra Civil española hubo en
Coria un puesto de Carabineros, que con una chalupa vigilaban las márgenes del
río, en realidad el número de carabineros en Coria no sobrepasaba a los cuatro,
no tenían como decimos cuartel en Coria , en cambio en La Puebla del Río sí
había un cuartel de los mismos. La misión de los carabineros era controlar que
no hubiese contrabando a través del río, pasada la guerra este cuerpo que
dependía de la Aduana de Sevilla se suprimió pasando sus funciones a la Guardia
Civil. En el muelle de la Barca antes de la Guerra Civil siempre había un
carabinero apostado en una garita que vigilaba a cuantos pasaban la barca. Al
mismo tiempo la misión de la Guardia Civil de vigilancia en el río se dejó de
hacer en chalupas, sino que al disponer ya de automóviles se controlaba las
márgenes de río y el posible trajineo de contrabandistas con ellos. Por tanto
eran en un principio los carabineros y luego los guardias civiles quienes
controlaban la seguridad del río. Mientras tanto lo que era el trafico de
embarcaciones tanto barcos grandes como otros pequeños destinados al comercio
de ladrillos, arena, melones, la pesca etc. eran seguido por la Comandancia de
Marina de Sevilla y por la Junta de obras del Puerto de Sevilla.
Los Astilleros de Coria del Río
Los Astilleros de Coria del Río
Ahora
nos vamos a referir al Astillero de Coria, según se deduce de los datos
aportado por el visitador general del arzobispado D. Antonio José Montalvo en
el año 1778 (1) aunque la cosa vendría de más antiguo "Es particularmente
la gente aplicada a la navegación y la marinería con la oportunidad del río, y
tráfico que por él hacen pues hay como ventiún barcos como de cien toneladas
con que trafican con "los Puertos" y al Mediterráneo sus dueños y
tripulación necesaria; hay además en el día 298 hombres alistados en el servicio
de la Armada , y Carraca en marinería , carpintería y calafates en que [se] han
probado bien [..]". Por tanto de esta cita destacamos el papel que hacía
Coria como guarnición de la Armada con 298 hombres, naturalmente la mayoría
foráneos. Ello justifica una actividad paralela cual es la de Carraca a
semejanza o dependiendo del Arsenal de la Carraca creado en San Fernando en
1752 ( es decir Astillero de reparación de barcos suponemos que de la Armada y
de aprovisionamiento de herrajes, velas y de jarcias). De hecho una antigua casa de vecinos cercana al río tomaba el nombre de la Gavidia (acurtelamiento y lugar don de se almacena jarcias y velas de los barcos de la Real Marian) y por otra parte aunqu no está suficientemente documentada ciertamente había una
actividad de Astilleros ( la margen de los simples carpinteros de ribera dedicados a ambarcaciones menores) que empleaba a muchos artesanos locales
en marinería ( aparejos para los barcos), carpintería ( reparaciones del
maderamen) y calafates (trabajos de carenado como los que se efectuaron en el Brazo del Este en el sitio de Borrego para recubrimientos de juntas con estopa y embreado de los
cascos). Precisamente la existencia de esta Carraca (pequeño Astillero y
Arsenal de la Armada) tendría su continuidad en los trabajos de la Compañia de
Navegación del Guadalquivir (encargadas de Obras en el río y el Puerto de
Sevilla) que ocuparon su sitio a comienzos del s. XIX como nos vamos a referir
a continuación.
La vinculación de Coria con la Junta de Obras del Puerto (JOP) ha sido una
constante desde que se creara en 1814 la sociedad precursora de la misma: La
Compañía de Navegación del Guadalquivir. La Junta del Obras era la propietaria
de las márgenes que el río fue dejando libre después de la Corta de la Merlina
en 1785 así que se tenía por propietaria en Coria de los terrenos del Prado de
la Magdalena, y de los del Prado de la Soledad, es decir de todo lo que queda
entre la calle del Tranvía y el río. Por este motivo el Ayuntamiento pleiteó
por dichos terrenos y poco a poco la Junta de Obras del puerto cedió a
principios del s. XX los terrenos de la acera izquierda de la calle del tranvía
para que los empleados de la JOP construyeran sus casas, luego cedió al
Ayuntamiento los terrenos del Paseo conocido como paseo del Río. En la manzana
que delimita las actuales calles del Tranvía, Paseo Martínez de León y c/ Jesús
y María estaba un espacio también de su propiedad dedicado a la construcción de
barcos : el Astillero de Coria. Precisamente en ese sitio fue construido se
construían barcos de vela tradicionalmente y ya alrededor del año 1820 uno de
los primeros barcos de vapor para pasajeros accionado con paletas que surcaban
el Guadalquivir uniendo Sevilla con Cádiz haciendo alto en Coria y Sanlúcar: el
barco Hernán Cortés (también conocido como "El Coriano").En Sevilla a mediados del s. XIX había dos astilleros, ambos de la parte del barrio de Triana: uno cercano al puente de Triana para barcas de porte pequeño, y otro para barcos grandes y de vapor en el sitio de Los Remedios (antiguo convento desamortizado a los frailes carmelitas descalzos en 1835).Con el tiempo a partir de los años 189X el astillero de Coria, situado junto al muelle y la venta del Mellizo, dejó de usarse para tal fin y se convirtió en un almacén o depósito de madera de la JOP , donde se disponía de troncos y tablazones mayormente eucaliptos, criados en las márgenes del río y que servían para construir espigones y así proteger en algunos sitios otras márgenes de la erosión. Para ello existía trabajando en ese “astillero” una cuadrilla de unos 20 hombres que salían al río a hacer dichos espigones, que disponían de utillaje adecuado como barcos pontones y martinetes para clavar las empalizadas que después se rellenaban con el follaje de los mismos eucaliptos. También dicha cuadrilla efectuaba las obras de reparación de los espigones que se dañaban frecuentemente tras las periódicas arriadas. Los eucaliptos plantados por la Junta de Obras eran pues abundantes en la ribera del Guadalquivir, ellos mismos protegían muy bien las márgenes, pero donde la acción de sus raíces eran insuficiente como era en toda la ribera de Coria desde Villa Pepita (Restaurante Esturio) hasta la desembocadura del Riopudio se pusieron unas empalizadas de defensa de las márgenes. La cuadrilla de los trabajadores de Obras del Puerto tenían como he indicado su base de operaciones en el “Astillero”, tal era la abundancia de madera que se les permitía hacer boliches para fabricar el carbón y llevarselo a sus casas. En este “astillero” en 1900 se construyó precisamente una casa para el encargado del mismo que es lo único que en la actualidad subsiste (la misma casa que flanquea en la otra acera al colegio de la Alianza).
Por
otra parte, refiriéndonos al tráfico y la navegación la Junta de Obras del
Puerto disponía desde 1894 ( aunque no se completó hasta la desembocadura a principios del siglo XX) de una serie de puestos
telefónicos que avistaban los barcos mercantes e informaban en cada momento a
Sevilla de su situación en previsión de que tuviesen algún percance o
embarrancasen tanto en su trayecto de subida desde Sánlucar un vez que habían
superado la barra de la desembocadura como en su descenso desde Sevilla hasta
el mar. Precisamente en Coria en la casa del Astillero estaba situado el
teléfono nº 4 y siempre eran telefonistas de la familia o la misma mujer del
capataz las encargadas de verificar el paso de los barcos. Este teléfono estuvo
también situado más tarde en una garita que había junto al puerto de la barca
en “aquel lao” donde nuevamente eran unas mujeres telefonistas las que lo
atendían. A principios de los años 1960 se suprimieron los teléfonos y el
seguimiento de la posición de los barcos mercantes desde entonces se hacía
mediante comunicación por radio desde abordo con la Junta de Obras del Puerto
en Sevilla.
Casa del Astillero donde residía el capataz del mismo,
almacén de maderas para los trabajos que la JOP hacía para el amntenimiento de
márgenes del Guadalquivir. Desde esta misma casa se hacía el seguimiento de los
barcos mercantes que atravesaban el río al disponer del teléfono Nº 4 de la
JOP, como estaba marcado en un azulejo en su fachada y también en un gran
cartelón de madera que se aprecia en otras fotos de principios del s. XX.
Los
barcos requerían la presencia en Sevilla o en Sánlucar de un práctico que
conocía muy bien los fondos del río y como navegar por su canal, que guiaba al
capitán del barco en su camino hasta el mar o viceversa. Por ejemplo un peligro
eran los barcos hundidos, como el que existía frente a Coria, el pecio del
Güiniguada que estaba desde el primer cuarto del s. XX frente al campo de
futbol al final del Paseo Carlos de Mesa y que durante mucho tiempo (hasta los
años 1980) estuvo marcado por una boya luminosa y sonora que advertía por la
noche de su presencia. Igualmente hubo otras boyas a lo largo del Guadalquivir
para facilitar la navegación por la noche que a principio de siglo XX se
iluminaban con petróleo y luego con energía eléctrica.
El final del transporte fluvial de mercancías en Coria del Río
El final del transporte fluvial de mercancías en Coria del Río
Muchos
fueron los marineros y patrones de barco dedicados al comercio por el río que
hubo en Coria, pero al comenzar el s. XX esta actividad estaba en decadencia
pues desde mediados del s. XIX el tren con línea de ferrocarril desde Sevilla a
Cádiz con ramal a Sánlucar sustituyó esta actividad. No obstante hubo algunos
botes que cargaban hasta 50 tn , algunos construidos por los últimos
carpinteros de ribera de Coria, que traficaban por el Guadalquivir con grava,
arena, ladrillos, carbón, sal etc. Un golpe muy fuerte a este tráfico supuso la
introducción paulatina de los camiones a partir de mediados de los años 1940.
Gran parte de los ladrillos para la construcción de la Plaza de España de
Sevilla entre 1914-1928 procedían de Coria y eran transportados a través del
río. A propósito de la fabricación más industrial de ladrillos se edificó un
fabrica de ladrillos en Coria de nominada la Ladrillera de Mensaque- la Tirabeca junto la carretera a la
Puebla del Río, hoy desaparecida, con un gran horno con capacidad para
justamente llenar un barco que transportaba dicha carga a través del río. Este
ladrillo era de calidad industrial con horno de calor rotatorio, al margen de los hornos tradicionales de
Coria que son los que han pervivido, dejando de fabricar la Ladrillera en los
comienzos de los años 1960 teniendo una corta existencia de apenas diez años. Con el tiempo la mayoria de los hornos tradicionales de ladrillos dejaron de ser rentables en Coria del Río debido a que la calidad del barro local no se adaptaba a los modernos ladrillos huecos demandados por la construcción con estucturas de pilares de hormigón que surgen en la década de los años 1960.
Muelle de la Sal
de Sevilla en foto de la década de 1880. Estaba Junto al puente de Isabel II y
no muy lejos de la lonja de pescado del Barranco, ambas edificaciones hechas en
hierro en el s. XIX. La sal era requerida para la conservación del pescado y
posteriormente de la nieve que daba servicio a la lonja y a los barcos que lo
traían desde el mar. El Puerto de Coria era también un sitio de descarga
parcial de pescado del mar pues servia de núcleo de distribución a otros
pueblos próximos del Aljarafe. El boom del Muelle de la sal como almacén y
mercado al aire libre de este producto lo constituyó la implantacion de la
aceituna de mesa (aceituna sevillana) en la zona entre la segunda mitad del
s.XIX- primera del s. XXA modo de ejemplo de lo que fue la actividad marinera de Coria nos vamos a referir al tráfico de sal llevado por la familia coriana Navarro. Manuel Navarro fue el primer comerciante de esta especie en Coria del que tenemos noticias, comenzó con un barco de velas y remos llevando sal desde las salinas de Sánlucar a Sevilla, luego el mismo la compraba y revendía en Sevilla en el propio muelle “de la Sal” donde se apilaba al aire libre y se experimentaba merma en los momentos de lluvia en particular si a esta no le había dado suficientemente el Sol y se había formado una costra protectora. La sal se usaba para la conserva del pescado, en particular añadida al hielo, pero sobre todo para la abundante necesidad que tenía de ella toda la industria de aderezo de aceituna de mesa que existía en Sevilla y sus alrededores. El Muelle de la Sal junto al puente de Triana era un mercado de la misma y junto a la Familia Navarro que por tres generaciones se dedicó a ello, había otros comerciantes como Rafael Salas (también coriano en su origen vease nota al final), Rafael Lohaisa dueño de una salina en Sánlucar y la misma Salinera Española (esto tres últimos mayoristas del comercio de la sal aún existen como empresas en la actualidad). La familia Navarro no llegó a alcanzar el nivel de otros mayoristas y no perdió su vinculación con Coria. Dispusieron de un barco sin motor (“Rosario Campo”) y un remolcador (Manuel Navarro) que tiraba del anterior dispuesto a su costado, que luego sustituyeron por la barcaza a motor (“San Telmo”). El transporte de sal se realizaba desde Sánlucar a Sevilla, durando el trayecto unas seis horas si acompañaba la marea. Para conocer las mareas se seguían las tablas que ofrecía el calendario zaragozano. En el viaje de retorno el barco solía ir de vacío aunque otras veces llevaba carbón o grava. Los Navarros nada más tenía una embarcación y su tripulación estaba compuesta por patrón, motorista y peón. El barco disponía de un libro de matrícula que figuraba la renovación de la misma y un rol donde se apuntaban las cargas y su destino, a disposición de la Aduana y de los agentes de la Guardia Civil que controlaban el tráfico fluvial. Cuando el barco llegaba a Sevilla se tardaba en descargar sus 50 tn unas tres horas en las que trabajaban una cuadrilla de 10 jameles o cargadores del puerto. Trabajo duro donde los hubiere el de los cargadores que eran por lo general vecinos del cercano barrio de Triana. Tres hombres paleaban la sal desde la bodega del barco a las cestas y los otros las subían al muelle sobre sus cabezas a través de un estrecho tablón. Una vez en el muelle, en el espacio asignado al dueño del negocio, era descargada en un gran montón, dispuesta para su venta y ser cargada en los serones de los mulos o pasada a los camiones. El propietario del negocio volvía diariamente a Coria a dormir en el tranvía. Precisamente a mediados de los años 60, las facilidades de transporte por carretera dieron fin al uso del Muelle de la Sal y al transporte por el río Guadalquivir de la misma. La familia Navarro dejó el barco, dedicándose al mismo negocio de la sal, pero ahora con una pequeña flota camiones que suministraban la misma al pie de fábrica evitándose una operación de carga y descarga en el referido muelle de Sevilla.
Nota: Juan Salas Auton de Coria fue otro iniciador del negocio familiar de comercio mayorista de sal que continuó Rafael Salas Gonzalez, nacido y criado en Coria, pero afincado en Triana. A este le siguió en este negocio su hijo Juan Salas Tirado, y posteriormente sus nietos Salas Garcia que fundaron la empresa como PROASAL, desvinculandose esta saga familiar de los Salas a principios de los años 2000.
Fuentes:
-Testimonio
oral de la familia Castilla y Navarro.
-Memoria sobre el estado y progreso de las obras de la Ría Guadalquivir y Puerto de Sevilla durante el año económico de 1895 a 1896. Junta de Obras del Puerto
-Memoria sobre el estado y progreso de las obras de la Ría Guadalquivir y Puerto de Sevilla durante el año económico de 1895 a 1896. Junta de Obras del Puerto
(1) Libro "La Hdad. de la Veracruz de Coria del Río. Su historia y sus vivencias." D. Pineda Novo (2006)
APENDICE
Aparte
del referido almacén de madera para los trabajos de las Obras del Puerto (El
llamado Astillero como memoria de su anterior uso en la construcción de
barcos), hubo otro importante almacén de madera particular, no muy lejos del
río, nos referimos al almacén de Manuel Suero de la Orden que existió desde
aprox. 1920 hasta 1960 (Estaba en la calle del Tranvía ocupando lo que hoy es
un aparcamiento privado de coches y una extensión mayor que tenía la parcela).
El almacén actuaba como serrería donde se daba forma a vigas, tablas y tablones
a partir de troncos de árboles para proceder luego a su venta a los
profesionales del trabajo de la madera, nos referimos tanto a carpinteros como
carpinteros de ribera, en todo caso se trataba de madera del país es decir
madera basta compuesta principalmente por eucalipto, pino y olivo. En esa época
la madera tenía mucho uso así en la construcción los albañiles necesitaban
hacer sus andamios, puntales, tablazones para los tejados y vigas (alfajías)
generalmente con la madera más barata que es la de eucalipto. También para
mobiliario basto como arcones, mesas, puertas, sillas etc. se usaba el pino del
país, por último el olivo se usaba en gran medida por su dureza para construir
arados y otras herramientas del campo que tenían que ser sometidas a un gran
esfuerzo. Uno de sus mayores clientes eran los constructores de canoas, barcas
y botes de Coria, es decir los carpinteros de ribera.
El suministro de madera le venía de Sanlúcar de Barrameda donde se acumulaban los troncos de los pinares de la costa o de Doñana, de los mismo eucaliptales del río y desde Sevilla. Como gran parte de esos productos se traían en barco de ahí la necesidad de que este almacén estuviese próximo al río. También para caso de suministro de urgencia contaba Manuel Suero con un eucaliptal próximo a Coria en una colina junto al camino de Rianzuela (todavía se conoce como Eucaliptal de Suero junto a la Urb. Las Palmeras) y también un pinar en Puñanilla (término de Palomares).
El solar fue comprado por Manuel Suero entorno a 1920, y formaba parte de un gran corral de la C/ El Palomar, su precio de compra fue de 28.000 ptas. Algo exagerado para su época pero esto era debido a que contenía un buen pozo, lo que encarecía mucho el solar ( el pozo valía más que el terreno, podemos decir). A parte de almacén de madera basta, hubo en él un depósito de abono que venía de la fábrica Cross de San Juan de Aznalfarache u otros suministros. Este almacén se cerró pues con el cambio de los tiempos ya no se hacían muchas cosas con madera basta y también la actividad de carpintería de ribera en Coria decayó profundamente (aún cuando ha sido el sitio donde más ha persistido esta actividad en el Guadalquivir).
El suministro de madera le venía de Sanlúcar de Barrameda donde se acumulaban los troncos de los pinares de la costa o de Doñana, de los mismo eucaliptales del río y desde Sevilla. Como gran parte de esos productos se traían en barco de ahí la necesidad de que este almacén estuviese próximo al río. También para caso de suministro de urgencia contaba Manuel Suero con un eucaliptal próximo a Coria en una colina junto al camino de Rianzuela (todavía se conoce como Eucaliptal de Suero junto a la Urb. Las Palmeras) y también un pinar en Puñanilla (término de Palomares).
El solar fue comprado por Manuel Suero entorno a 1920, y formaba parte de un gran corral de la C/ El Palomar, su precio de compra fue de 28.000 ptas. Algo exagerado para su época pero esto era debido a que contenía un buen pozo, lo que encarecía mucho el solar ( el pozo valía más que el terreno, podemos decir). A parte de almacén de madera basta, hubo en él un depósito de abono que venía de la fábrica Cross de San Juan de Aznalfarache u otros suministros. Este almacén se cerró pues con el cambio de los tiempos ya no se hacían muchas cosas con madera basta y también la actividad de carpintería de ribera en Coria decayó profundamente (aún cuando ha sido el sitio donde más ha persistido esta actividad en el Guadalquivir).
Juan Salas Autón fue el iniciador de un negocio de mayoristas de sal, establecidos en Triana en los años 1920. Su hijo Rafael Salas Gonzalez fue continuador del negocio familiar. Este tiene calle rotulada en Triana con su nombre. Su hijo Juan Salas Tirado, fue fundador de PROASAL.
ResponderEliminarDos mercancías importantes llegaban a Coria del Río desde Sanlucar de Barrameda las maderas de pino y la sal, por lo que los marinos corianos particibaban activamente en el comercio de dichos productos a través del Guadalquivir ( de manera secundaria en el comercio del carbón que también se producía en Sánlucar y el Coto de Doñana).
ResponderEliminarDel paisaje naturalizado de Sanlúcar de Barrameda destacan las Marismas de Bonanza y el Pinar de la Algaida y que son sendos espacios de transición hacia el Guadalquivir formados por explotaciones salineras que se inician en el s. XIV y por un bosque de pino piñonero originario del s. XIX.
La tradición más antigua de conservar el pescado en la Ciudad de Sevilla era ahumarlo, por eso el barrio de los pescadores se denominaba de los Humeros. Las antiguas salinas de la Casa de Medina Sidonia cuyo centro administrativo era Sánlucar de Barrameda, fueron creadas en los siglos XIV y XV en la margen izquierda del río, que fue erosionada para ello, encontrándose en otra ubicación en las que se encuentran las actuales. Aunque aumentando el comercio americano en el s. XVI se da por hecho que existe un incremento de la demanda de sal alimentaria y de la dedicada al incremento de la pesca, por lo que se crean nuevas salinas en los siglos XVI y XVII. A mediados del siglo XIX, la producción salinera no solo proporcionaban una gran porción del abastecimiento de España, sino que era exportada a otros países especialmente de Sudamérica. Aunque la aparición de frigoríficos disminuyó la producción de sal, a partir de 1970, se va a producir un aumento de la extensión de las salinas, que se extenderán hasta Bonanza, al mismo tiempo desde este momento las salinas ya se van a encontrar mecanizadas, por lo que su producción aumenta de nuevo.
Aunque se ha abogado por la conservación de estos paisajes de salinas de Sanlucar y pinares de la Algaida, hemos de decir que son totalmente culturales y heredados. El pinar es producto de la reforestación de 1803 que sustituyó al matorral autóctono. Además, el hombre ha excavado en estas arenas para alcanzar la capa freática donde se recoge el agua dulce para los cultivos. En 1911 se creó la Colonia agrícola de la Algaida, que paulatinamente ha ido arrasando con cientos de hectáreas de pinar donde ahora prolifera el cultivo de los famosas "papas de Sánlucar"
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