Parajes y paisajes
de Coria. APROVEHAMIENTO AGROPECUARIO DE LAS TIERRAS DEL TERMINO DE CORIA A
MEDIADOS DEL s. XIX.
En este articulo
vamos a representar unos mapas y un esquema aclaratorio de los paisajes del
término de Coria del Rio que hemos venido comentando. Tambien vamos a comentar
los parajes del termino coriano refiriendonos al aprovechamiento agropecuario
de los mismos. Nos basamos en el magnífico trabajo del investigador Juan Manuel
Nieto Cortés que se recoge en el libro en “Coria del Río. Aproximación a su
realidad geohistórica” (1986)
Figura del Transecto imaginario del paisaje natural desde Coria ala Atalaya
con sus unidades características entre s. XVIII y XIX
Figura del Transecto imaginario del paisaje natural desde Coria a
APROVEHAMIENTO AGROPECUARIO DE LAS TIERRAS DEL TERMINO DE CORIA A MEDIADOS DEL s. XIX.
La ocupación de la tierra del término Coriano poco extenso
para lo que era su población 10.000 fgs.(6000 has.) a mediados del s. XIX de cara
a su aprovechamiento económico se entrelaza con la estructura social de esta
villa. La calidad de las tierras del término de cara al agricultura se puede
decir que es en general mediocre y mala, pues el 80% de las mismas pertenecen a
categoría de 2ª o·3ª y tan sólo 10-20% de primera
Por una parte nos encontramos con aprox. el 50% del término cultivado en su inmensa mayoría de cereal y tan sólo un 5% aprox. cultivado de olivo, la presencia de la viña tan solo testimonial (0,4 %) se completa con las huertas en el entorno mas inmediato de la población y en la ribera de la margen izquierda del Guadalquivir ( con unas 32 fgs. representan el 0,6% de la superficie cultivada). El mayor propietario de tierras de labor era el propio Ayuntamiento, si bien había una serie de hacendados forasteros que tenían más del 20% de las tierras pero precisamente todas ellas de primera calidad en la vega. El aprovechamiento del otro 40- 50% del término era por tanto ganadero que daban uso a los suelos más pobres del término. En toda esta extensa zona de aprovechamiento ganadero nos encontramos con pastizales principalmente prados, monte bajo, albinas, dehesas de acebuches y dehesa de encinas. Se comprende así la importancia del sector ganadero local con grandes propietarios de cabañas de vacas forasteros y locales que se aprovechaban no solo de los pastos de su propiedad, sino también de los comunales, como ya fuera del término de los pastos de las Marismas Gallegas y de las islas Mayor y Menor (recuérdese la condición de villa comunera de Coria desde 1269 según estableció el rey Alfonso X el Sabio para las villas encargadas de la defensa de Sevilla en posibles ataques por el río. En un principio las villas comuneras de pastos fueron junto a Sevilla, Coria, la Guardia (Puebla del Río) , la Rinconada y Alcalá del Río más tarde se añadieron Salteras y Santiponce). Por tanto la villa de Coria del Río estaba beneficiada en la utilización de esas islas que eran propiedad del Ayuntamiento de Sevilla, aunque en el primer tercio del s. XIX pasaron a depender de otros usufructuarios de los cuales con diferencia el más importante fue el marqués de Casarriera. Así el ganado de Coria estaba sometido a una trashumancia intercomarcal muy dependiente cada año de las condiciones de los pastos y de las lluvias, pues el ganado pasaba a partir de la primavera a pastar en las marismas y luego volver al término coriano para aprovechar las dehesas del comun de la villa y la rastrojera. El tiempo de su permanencia en la rastrojera servía como abonado de la tierra. Por ello se establecía un papel complementario entre agricultura cerealista y ganadería.
En las desamortización eclesiástica de Mendizábal (1836) la iglesia que tan sólo contaba con algo más del 10% del termino coriano va a perderlo a favor generalmente de sus arrendatarios (entre estas tierras la principal la extensa dehesa de al Hermandad del Santísimo Sacramento)
En 1850 antes de Por una parte nos encontramos con aprox. el 50% del término cultivado en su inmensa mayoría de cereal y tan sólo un 5% aprox. cultivado de olivo, la presencia de la viña tan solo testimonial (0,4 %) se completa con las huertas en el entorno mas inmediato de la población y en la ribera de la margen izquierda del Guadalquivir ( con unas 32 fgs. representan el 0,6% de la superficie cultivada). El mayor propietario de tierras de labor era el propio Ayuntamiento, si bien había una serie de hacendados forasteros que tenían más del 20% de las tierras pero precisamente todas ellas de primera calidad en la vega. El aprovechamiento del otro 40- 50% del término era por tanto ganadero que daban uso a los suelos más pobres del término. En toda esta extensa zona de aprovechamiento ganadero nos encontramos con pastizales principalmente prados, monte bajo, albinas, dehesas de acebuches y dehesa de encinas. Se comprende así la importancia del sector ganadero local con grandes propietarios de cabañas de vacas forasteros y locales que se aprovechaban no solo de los pastos de su propiedad, sino también de los comunales, como ya fuera del término de los pastos de las Marismas Gallegas y de las islas Mayor y Menor (recuérdese la condición de villa comunera de Coria desde 1269 según estableció el rey Alfonso X el Sabio para las villas encargadas de la defensa de Sevilla en posibles ataques por el río. En un principio las villas comuneras de pastos fueron junto a Sevilla, Coria, la Guardia (Puebla del Río) , la Rinconada y Alcalá del Río más tarde se añadieron Salteras y Santiponce). Por tanto la villa de Coria del Río estaba beneficiada en la utilización de esas islas que eran propiedad del Ayuntamiento de Sevilla, aunque en el primer tercio del s. XIX pasaron a depender de otros usufructuarios de los cuales con diferencia el más importante fue el marqués de Casarriera. Así el ganado de Coria estaba sometido a una trashumancia intercomarcal muy dependiente cada año de las condiciones de los pastos y de las lluvias, pues el ganado pasaba a partir de la primavera a pastar en las marismas y luego volver al término coriano para aprovechar las dehesas del comun de la villa y la rastrojera. El tiempo de su permanencia en la rastrojera servía como abonado de la tierra. Por ello se establecía un papel complementario entre agricultura cerealista y ganadería.
En las desamortización eclesiástica de Mendizábal (1836) la iglesia que tan sólo contaba con algo más del 10% del termino coriano va a perderlo a favor generalmente de sus arrendatarios (entre estas tierras la principal la extensa dehesa de al Hermandad del Santísimo Sacramento)
Figura tomado de un mapa de J. M Nieto Cortés en “Coria del Río. Aproximación a su realidad geohistórica” . Se observa la plataforma de los Montes dedicada a pastos y acebuchal con sus tres fincas
Vamos a justificar a continuación la vocación ganadera original y natural del término coriano en la margen izquierda del Guadalquivir. Un aspecto destacado del paleopaisaje de "Aquel Lao" es la presencia al pie de las terrazar fluviales en el contacto de la vega con ella de lagunas y charcas, se debe a la descarga de aguas desde las terrazas aluviales permeables sobre un sutrato margoso impermeable . Por una parte esta franja de albinas era muy idoneo para concentrar ganadería en régimen semi extensivo, que incluso podía pastar en ciertos momentos por la vega que en muchos momentos permanecía inundada cuando el Guadalquivir se desbordaba. Ambas circunstancias hacian que hasta finales de la Edad Media en que el río podía haberse refrenado algo en sus acometidas otoñales y primaverales la implantación de cultivos de secano en la "otra banda" del término coriano fuese complicada y mcho menos productiva que la cria de vacas y bueyes, que se ajustaba mejor a la situación edafoclimática. Esto pudo cambiar cuando por una parte la presión de la necesidad de alimentar a una mayor masa demográfica, se vio acompañada favorablemente de una cierta "domesticación" del río, por lo que el uso ganadero mermó en favor del agrícola más ariesgado, pero de cualquier forma la presión de la necesidad hizo que practicamente todo hubiese que jugarselo a esa carta .
Incidiendo sobre al importancia ganadera de nuestro término hay que destacar sobre 1850 la presencia de 7 grandes propietarios que poseen especialmente cerca de 3400 cabezas de ganado mayor especialmente vacas, mientras que el resto de los propietarios de ganado son de mucha menor cuantía y tienen solo el 20% de las cabezas de todo tipo de ganado. Recordemos que frente a dos individuos con más de 50 fgs. de tierras agrícolas había otros cinco mas que podemos considerar grandes ganaderos (más de 100 cabezas), lo que supone cierta basculación en nuestro pueblo hacia la importancia de la riqueza ganadera frente a la labradora ( esto no es óbice que estos hombre ricos corianos pudieran tener otras posesiones fuera del término de nuestro pueblo). Estas personas que también tenían como patrimonio auxiliar barcos, hornos, solares etc. eran las que tenían el resorte del poder en Coria y se aprovecharon mayormente después de la desamortización en el 1865 de este proceso para incrementar su pecunio. El máximo propietario ganadero entre 1854-1860 se avecinó en Sevilla aunque suponemos que siguió vinculado su ganado a Coria. Salvo unas pocas de fanegas de pastos en manos de forasteros, el mantenimiento de esa importante cabaña de vacas fue posible por la abundancia de tierras del Ayuntamiento (en su 90% explotadas en régimen de bienes propios) dedicadas a pastos y la situación favorable de los cercanos pastos marismeños, llegando a arrendarse también pastos en otro pueblos vecinos, si bien su importancia de la ganadería disminuyó a medidas que gracias sobre todo a la desecación de albinas y marismas del término esas tierras se iban convirtiendo en terreno de labor. Por tanto la ganadería a pesar de estar concentrada en pocas manos era un importante soporte económico de Coria porque daba mucho trabajo a diversos operarios. El sistema de explotación consistía en agrupar durante una gran parte del año a las cabezas de ganado en una boyada a cargo de un guarda mayor que subastaba ese cargo al Ayuntamiento y diversos ayudantes, para controlar así el ganado de los vecinos y en particular de sus grandes beneficiarios los grandes ganaderos.
Figura tomado de un mapa de J. M Nieto Cortés en “Coria del Río. Aproximación a su realidad geohistórica” adaptado para señalar
En esta época las suertes de labor que entraban en reparto para la explotación por los vecinos correspondía a parcelas de 1,5 fg., mientras se considera que por término medio Para asegurar la viabilidad económica de una familia según los índices de producción usado eran preciso al menos el doble de superficie, por lo que la familia tenía que buscar otro ingresos alternativos en forma de jornales, ganado menor, espigado, chuchería, pitas, juncos y castañuelas que en caso de propiedad municipal también era subastado por el ayuntamiento. Este sistema de reparto democrático de corte político liberal que se instauró en Coria en 1820, donde se les aportó también un burro a cada uno para poder empezar a labrar, consistía en un sorteo de las parcelas que llegaba a beneficiar entre el 70-80% de los vecinos. Pero el aumento de población no dejo de suponer sino una mayor presión sobre la tierra y la desamortización civil de Madoz (1855 aunque se aplicaría años más tarde a partir de 1865-69) vino a romper el equilibrio del sistema local de subsistencia, aunque pasaron por venta a manos privadas muchos campesinos se vieron obligado así a ingresar en las filas de los jornaleros. Los pleitos que se sostuvieron con le gobierno se asentaba en que en el término coriano no existían terrenos de propios, y que por tanto no se podían vender porque pertenecían los vecinos en propiedad. Se trataba de un triquiñuela, pues así se consideró que tras el último reparto, habían pasado a propiedad de los correspondientes agraciados ( en realidad usufructuarios), para que antes de tener que vender esas tierras y dar su producto al estado el Concejo Municipal de Coria prefería que permaneciese en manos de sus vecinos. Finalmente a principios de los años 1870 por dictamen judicial se venden las tierras generalmente a los propios usufructuarios y el Municipio se queda con
Comentarios
Las desarmotizaciones del segundo tercio del siglo XIX
afectaron a la economía de Coria como lo hicieron a la de España en general.
Una consecuencia de la desamortización en la economía fue
obtener muchos ingresos para disminuir la deuda pública, bien aceptando los
títulos como forma de pago, bien dedicando parte del dinero en metálico para
comprar títulos del mercado y hacerlos desaparecer. Además, parte del dinero
metálico obtenido con la desamortización y los nuevos créditos que se
negociaron, se dedicaron a sufragar los gastos extraordinarios, especialmente
de la primera guerra carlista. Por su parte, los ayuntamientos se quedaron con
parte de los ingresos -no todos fueron a parar a la Administración central-
para acometer obras públicas esenciales para muchas ciudades y pueblos. La
Hacienda nacional aumentó paulatinamente los ingresos fiscales ordinarios a
través de la carga impositiva de los bienes desamortizados, por los que
anteriormente sus propietarios tributaban en poca o en ninguna medida.
En la zona meridional de España, la desamortización
mantendrá o incluso acentuará la concentración de la propiedad, dando lugar en
ocasiones a un nuevo latifundismo; paralelamente, en algunas regiones se puede
hablar de proletarización del campesinado (entendido como jornaleros, braceros
o criados permanentes). Esto, cuando no hay un desarrollo industrial simultáneo,
como es el caso de la España del sur, produce un estancamiento, pues los
campesinos proletarizados permanecen en el campo como mano de obra barata.
En la zona septentrional de España tierras de predominio de
explotaciones medias y pequeñas, la desamortización potencia este tipo de
estructura. Muchas de las explotaciones de labradores que hasta entonces se
basaban fundamentalmente en el arriendo, van a pasar a ser explotaciones
basadas en la propiedad de las tierras
28 Agosto 2012, 00:16
Francisco Jose Barragán de la Rosa dijo
Desamortizaciones eclesiásticas
La ley de 27 de septiembre de 1820 suprimía toda clase de
vinculaciones de la nobleza y establecía que el retorno de los bienes a la
condición de libres se realizaría por mitad a lo largo de dos generaciones.
También las Cortes suprimieron las órdenes monacales y enajenaron parte del
patrimonio de la Iglesia, suprimiendo el derecho que ésta había mantenido
durante siglos de imponer cargas tributarias sobre todos los ciudadanos del
país. Los bienes de los conventos suprimidos pasaban al Estado, quien los
vendería en pública subasta. Estas medidas desamortizadoras dieron lugar a la
venta de un número considerable de fincas de las órdenes suprimidas, que
pasaron a manos privadas.
A ello se añaden las Desamortizaciones eclesiásticas de
Mendizábal y Espartero entre 1834 y 1854 fue sobre todo una desamortización
eclesiástica que comienza con las leyes y decretos de disolución de órdenes
religiosas (a partir de 1834) y la declaración como bienes nacionales de sus
posesiones, que es seguida por la orden de enajenación de éstas (1836-1837)
mediante públicas subastas. La misma suerte correrán los bienes del clero
secular, que, sin embargo, no se hizo efectiva hasta la ley de septiembre de
1841, ya bajo Espartero. Igualmente se suman a la desamortización las
propiedades de las órdenes militares.
Durante la Década Moderada (1844-1854) estas leyes fueron
suprimidas o atenuadas, especialmente con el Concordato de 1851, año a partir
del cual sólo se siguen subastando bienes de órdenes militares y algunos otros
marginales hasta que, después de la Revolución de 1854, se prohíben por
completo las ventas de cualquier bien nacional en espera del estudio de una
nueva legislación que, por entonces, inició Madoz y que será efectiva a partir
de 1855, abriendo una nueva y larga etapa desamortizadora.
En cuanto a la desamortización civil, en 1834 se autoriza a
los ayuntamientos a la venta de sus bienes raíces (bienes de propios),
condicionando el uso de los ingresos percibidos por este concepto. Además, en
1837, se ratifican todas las desamortizaciones de bienes civiles -incluidos los
repartimientos con un canon anual- que se han efectuado desde 1770, asegurando
en su propiedad a los nuevos poseedores. La etapa 1834-1854 es la más importante
en cuanto a ventas de bienes eclesiásticos
28 Agosto 2012, 00:17
Francisco Jose Barragán de la Rosa dijo
Desamortización civil
La Ley Desamortizadora de Pascual Madoz de 1855, afectó a
los bienes municipales, del clero, instrucción pública, beneficencia y de la
Corona. En su primera fase (1855-1856), la más activa e importante,
prácticamente terminó de desamortizar los bienes de origen eclesiástico. Desde
septiembre de 1856 se produjo un parón en la subasta de los bienes del clero
hasta que se llegó a un acuerdo con la Iglesia (1857). En todo caso, la
desamortización, que continuaba a la de Mendizábal y Espartero, se podía dar
por concluida, aunque se siguieron vendiendo algunas fincas desde 1861, si bien
con un acuerdo previo.
Respecto a los montes municipales (los denominados del
comun), los de las entidades de beneficencia y enseñanza más otros que se
añadieron, se suspendieron la ventas en octubre de 1856 y se continuaron desde
octubre de 1858. La extensión de las tierras que cambiaron de propietario se
cifra en millones de hectáreas. De hecho, esta desamortización, por el tipo de
tierras puestas en venta y la forma de hacer las subastas, fue la que permitió
distribuir más las propiedades, que fueron adquiridas en mayor proporción que
en las etapas anteriores por medianos y pequeños labradores, aunque los
hacendados rurales y urbanos siguieron siendo los principales compradores
considerados individualmente.
28 Agosto 2012, 00:18
Fernando
Fernando dijo
En este articulo se dice que el termino de Coria del Rio de
la Banda izquierda del Guadalquivir era poco aprovechable para la agricultura
por la escasa calidad del terreno cuando no sufría en exceso de encharcamiento.
Por tanto la Vega era más escasa que hoy en día,ocupaba un 10%, sin embargo por
encima de Sevilla la Vega era más fértil porque en las inundaciones desagüaba
antes y estas le venían muy bien. Estas tierras bajas como sucedía en el Nilo
se inundaban, de manera útil si llovía en el momento conveniente, y
fertilizaban con los limos. La Vega en nuestras latitudes produce granos de
cereales, durante dos años permaneciendo al tercero en barbecho. Además se
cultivaban legumbres, cáñamo, lino, naranjas y limones. El barbeho y en
momentos en que las "malas" inundaciones malograban las cosechas,
podían servír para la "saca" de orozuz que crecía salvaje y del que
se obtiene el regaliz, y que era un remedio de subsistencia.
04 Septiembre 2012, 09:17
F.J. Barragan
F.J. Barragan dijo
La organización económica de las poblaciones de las
poblaciones prerromanas
del Bajo Guadalquivir parece ser de una sociedad con
economía mixta con mayor o menor especialización hacia determinados sectores de
la producción según las zonas.
Los poblados de Los Alcores y el Aljarafe (Sevilla) podrían
ilustrar perfectamente sobre los modelos de asentamiento de comunidades que
explotan un territorio
que permite una próspera agricultura en terrenos de vega,
siempre que el terreno no estuviese ocupado por marismas de agua dulce y el
mantenimiento de ganados en las terrazas del Guadalquivir, además de erigirse
en puntos estratégicos dentro de un sistema de vías comerciales cuyo eje era el
propio río y la paleoensenada del Lago Bético o anteriormente conocida como
Golfo Tartésico en momentos en que el mar todavía penetraba hasta Coria del
Río.
En los caños y marismas que rodeaban ese Lago y el área
inmediata a la actual Sevilla el patrón de explotación de recursos se basaba
fundamentalmente en la pesca y la caza. La pesca ha representado siempre un
complemento importante en la economía de autoabastecímiento de la zona. Además
en la zona, allí donde las praderas de inundación del río Guadalquivir lo
permitía otro recurso ha sido la ganadería de rebaños de cerdos que también se
adapta al pasturaje de zonas húmedas de agua dulce, tal vez complementado con
el aprovechamiento de bellotas y acebuchina correspondientes a manchones de
encinas y acebuches que ocupaban terrenos de borde de vega inmediatos a la zona
natural antes señalada en que se pacían a los cerdos. Spal y Caura por ejemplo se
abastecieron durante los siglos VII-VI a.C. más de carne de caza que de
animales domésticos, por tanto la caza fue una actividad económica subsidiaria
muy importante así como para otros poblados inmediatos al Lago Bético para
aportar la proteína animal que se precisaba.
En muchas de los poblados de la paleocuenca del Bajo
Guadalquivir, las actividades agropecuarias desempeñaban un papel importante, y
de hecho su ubicación parece estar condicionada por la explotación en gran
escala de las tierras que los rodean. El modelo de asentamiento en la campiña
de Sevilla parece indicar la explotación del campo no sólo en función del
propio abastecimiento, sino que debió permitir la acumulación y
comercialización de excedentes. Por otra parte en zonas más hacia abajo con
marismas salinas se adaptaba mejor el ganado vacuno y caballar como se refleja
en los
mítos y relatos que recogen las fuentes literarias antiguas
La fertilidad de las tierras del Bajo Guadalquivir tanto en
la Vega como en la Campiña propició la existencia de grandes explotaciones cuyo
rendimiento se incrementó con la utilización de herramientas apropiadas, tanto
para el laboreo de la tierra como para la
trilla. El latifundio parece haber sido el modelo de
explotación agropecuaria más frecuente en dichos habitats.
Conforme más hacia el interior de la cuenca del Guadalquivir
nos desplazamos la vega se configura desde época prerromana como una zona
dedicada de forma intensiva al cultivo de cereales, con unos rendimientos altos
que permitían explotar los excedentes. Los campesinos conservaban eficazmente
el grano, aislándolo de la humedad: se almacenaba en silos que se agrupaban en
extensos campos, siempre fuera de los poblados. La comercialización de estos
productos através de la navegación fluvial y una gran red viaria con que el
territorio estaba dotado.
Entre las comunidades del interior del Guadalquivir la
ganadería ovina y caprina sometida a transmitancia o trashumancia fue otro
puntal de la economía tartésica y turdetana. Destacando por ejemplo poblaciones
ganaderas como Setefilla, que seguramente conjugaban la actividad productiva de
los rebaños con la vigilancia y control de las rutas de paso de ganado
trashumante.
La coyuntura agraria después de las Desamortizaciones de Mendizábal 1835 y Madoz en 1855, hizo muy rentable la compra o sobre todo el arrendamiento de tierras en el campo andaluz y en particular en la provincia de Sevilla. Se establece en el campo andaluz tres grados : 1) el terrateniente asentista que vive en las grandes capitales y en Madrid 2) Los grandes arrendatarios que dirigen las explotaciones al pie del terreno desde los pueblos (en muchos casos se convierten también en testaferros de aquellos capitalistas más temerosos con respecto a la condena de excomunión que lanzó la Iglesia contra los hacendados compradores en la subasta de sus tierras de los bienes desamortizados que estaba haciendo el Estado Español) y 3) la masa de jornaleros depauperados por tener restringido el acceso a tierras que anteriormente habían pertenecido a la Iglesia o a los bienes del común de los pueblos. La agricultura sevillana conoció un período de especial prosperidad para los terratenientes. Por una parte, gracias a que los mercados dejan de ser locales, la ampliación al mercado nacional hace el cultivo del trigo muy rentable. Uniéndose esto a un gran incremento que se produce en la población española. Esto originó una subida de los precios del trigo que favoreció a una provincia con gran capacidad productora como la sevillana. Por esa razón Sevilla, se convierte a mediados del siglo XIX en el primer puerto de embarque de trigo de España. Otro tanto pasa con el aceite de oliva que debido al incremento de la demanda por parte de los mercados multiplica su precio por tres en las décadas centrales del siglo XIX. Sevilla se beneficia como puerto de salida de buena parte de la producción agraria del valle del Guadalquivir que se dirige principalmente hacia el mercado catalán y valenciano. El beneficio del comercio agrícola sevillano está potenciado además por la instalación en esos momentos del ferrocarril, recae en los señores que se hacen con grandes propiedades (labradores) y los intermediarios (los arrendadores de fincas), quedando al margen los campesinos (jornaleros).
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